Envejecimiento saludable sí, en compañía

Enfrentar la vida en el momento que nos acercamos a la ancianidad no debe ser tarea fácil. Hemos cruzado ya la madurez y dejado atrás, en la mayoría de los casos, momentos como la independencia del hogar por parte de los/as hijos/as. Además parece que en nuestra sociedad, tener una edad avanzada no es signo de respetada influencia, lo cuál puede favorecer que personas en ese momento de su vida caigan en estados de apatía, falta de propósito o proyecto vital.  Es una época de pérdidas en el entorno social. Por edad, se ve  morir a amistades, hermanos/as, vecinos/as… que unido a la merma de facultades físicas y cognitivas y la pérdida del nivel de participación en actividades que antes se solían realizar, puede provocar emociones negativas: tristeza, soledad, baja autoestima…

Para prevenir el aislamiento es fundamental disponer de una buena red de apoyo social percibido. La interacción con otras personas del entorno, la cercanía, el contacto físico y afectuoso previene este tipo de malestares. Levantarse cada día para participar en algún tipo de reunión social ayuda a la persona de edad avanzada a tener un propósito que encaja con su momento vital. En ocasiones nos encontramos con personas que alcanzada de largo la edad de jubilación, no se permiten retirarse del espacio laboral. ¿Para qué esta resistencia? Puede ser para no perder su reconocimiento social (sobre todo si se ha sido trabajador/a incansable), para no enfrentar el temor a la soledad, a vidas personales algo vacías, a reencontrarse con la pareja pasados los 70, a la incertidumbre de no saber cómo se encontrarán en ese estado… Pueden ser múltiples razones pero todas ellas desembocar en desajustes en el equilibrio del grupo familiar, que van a necesitar algo más que un consejo informal para poder impulsar a esa persona hacia su nueva etapa de vida. 

Por eso el acompañamiento en esta etapa es crucial. Cuando hablo de apoyo social percibido me refiero a eso precisamente; que exista una red es importante pero que la persona así lo sienta y perciba es determinante para no caer en emociones negativas como las anteriormente mencionadas. Hay que estar pendiente de la demanda real que realiza la persona, muchas veces encubierta/envuelta en un montón de sutiles quejas. Sabemos que en esta edad muchas personas pueden sobrecargar a las familias por ser hiper-demandantes de atención pero eso no se va  a solucionar si no conseguimos conectarlas mejor al entorno. Se trataría de analizar además del individuo y el ambiente, qué interacción se está produciendo entre ellos; si es o no suficientemente satisfactoria y si no lo fuera realizar una planificación de actividades alternativas. La participación en sociedad nos facilita una plena integración como ciudadanos, lo cuál nos dota de una mayor autoestima, confianza y propósito para seguir desarrollando un envejecimiento saludable.