FAMILIAS RECONSTITUIDAS, FACILITEMOS LAS NUEVAS OPORTUNIDADES

Un caso que llega muy habitualmente a consulta es el de familias desintegradas por causa de separación o divorcio, que han establecido convivencia con otra pareja, esta en ocasiones también con hijos/as.
¿Qué debemos tener en cuenta en estos casos ? Dejando a un lado la conflictividad que puede haber con la antigua pareja, debemos ser conscientes de falsos mitos como creer que “el nuevo amor me devolverá lo que merezco”, que “esta vez conseguiré la familia perfecta”, que “el amor de verdad que siento ahora puede con todo”…
No hay familias perfectas. No hay familias sin conflictos. Si a la ecuación añadimos nuevos miembros en interacción, la posibilidad de que se den más conflictos es mayor. Tener muy presente todas estas posibilidades nos ayuda a tener expectativas realistas.
También es importante entender que nuestros/as hijos/as no eligieron a esa persona que hoy nos acompaña. El cariño entre ellos se irá forjando con el tiempo, con las vivencias que compartan, con la relación que establezcan… No es acertado apresurar los tiempos aunque con la mejor de las intenciones pretendamos que todo encaje.

La imposibilidad de seguir con la familia intacta siempre es un duelo para todos/as, una pérdida que hay que elaborar. Cuando hay hijos/as debemos plantearnos si estos/as tuvieron suficiente tiempo para elaborar este duelo, porque en ocasiones no somos conscientes de lo rápido que hemos establecido una nueva relación.
Nuestros tiempos no son los de ellos/ellas y no nos damos cuenta que en la vorágine de sensaciones que nos produce el nuevo amor quizá nos faltó situarlos como prioridad.
En los niños/as siempre hay una vivencia de deslealtad hacia el otro/a padre/madre cuando no se está con él/ella. Esto aumenta mucho estrés emocional en los niños/as, que podemos aliviar si facilitamos el tránsito entre un domicilio y otro, entre una unidad familiar y la otra.
Para facilitar este tránsito podéis tener en cuenta varios aspectos:

-NO hablar mal a los/las hijos/as sobre la otra parte.
-También se debe controlar lo que se dice en el entorno. Que no haya descalificaciones por parte de la familia extensa por ejemplo.
-Seguir dedicando tiempo a nuestros/as hijos/as al margen de los nuevos miembros de la familia reconstituida.
-No utilizar a los hijos/as como receptores de quejas por posibles desencuentros que puedan surgir con la otra parte.
-Favorecer una comunicación mínimamente fluida entre las partes para consensuar cuestiones importantes de los/las hijos/as.

Al ejercicio de la patria potestad se le presume un principio de buena fe entre los progenitores. La alta conflictividad entre las partes hace olvidar esa buena fe tan necesaria; importantísima para una comunicación eficiente, que pueda resolver de forma eficaz aspectos relacionados con la crianza de los/las hijos/as. Es algo que cada vez se atiende más en consulta y lamentablemente uno de los problemas familiares más habituales.
Cada día van a surgir necesidades a las que los progenitores deberían poder dar respuesta de forma consensuada. No lograr este consenso mínimo predispone y sitúa a los niños/as una zona de riesgo de sufrir somatizaciones en respuesta a esas situaciones vitales estresantes.