El malestar en las relaciones de pareja

Para muchos de ustedes la constitución de una pareja estable podría entenderse como el inicio de la construcción de una nueva familia. ¿Qué entendemos por familia? ¿Qué significado le damos a tener una pareja? Independientemente de la idea que cada uno tengamos, lo que es indiscutible es que las relaciones de pareja son satisfactorias si se invierte tiempo y esfuerzo, si las dos personas aportan parte de sí mismas y se implican emocionalmente.

En los tiempos actuales no me gusta hablar de un modelo de pareja en el que sea exclusiva la convivencia, o tener hijos/as, de lo que sí que es cierto que emanan muchos de los conflictos que se llevan a terapia. Porque hay parejas que se establecen con una capacidad de compromiso alta, exista o no esa convivencia o descendencia, a mi me gusta hablar de parejas que buscan un proceso terapéutico destinado a mejorar la calidad relacional y tratar de aumentar el nivel de satisfacción que tienen.

El malestar sentido por una de las partes y sostenido en el tiempo, da lugar a la acumulación de dudas constantes sobre la factibilidad de la relación que no hace sino agravar un problema inicial y situar a la pareja en zona de riesgo alto para una futura separación o para la aparición de posibles sintomatologías asociadas. Incluso en los casos más graves, síntomas clínicos que deben ser abordados desde servicios especializados en salud mental bien por precisar pauta farmacológica, bien por precisar psicoterapia por cínica de ansiedad, depresión…

Por eso, plantear una terapia de pareja en fases tempranas del malestar, evita que se cronifiquen los conflictos y ahorra tiempo de intensa angustia.
Se puede programar una terapia de pareja incluso en fases iniciales de una relación, para encontrar maneras más saludables de relacionarse, establecer compromisos o desarrollar habilidades que faciliten un mayor acercamiento.

Abordar problemas de pareja no es sencillo, porque albergan un universo del que no resulta fácil hablar: sexualidad, conyugalidad, intimidad, rutinas, interacciones negativas…
Por eso es importante que la terapia genere un espacio libre de juicios, donde se facilite la comunicación y ambas personas puedan expresarse tal como piensan y sienten las cosas. Ser capaces de adentrarnos en el paisaje interior de cada uno para acercar puntos de vista y eliminar la búsqueda de quién tiene la razón.

La capacidad de incorporar nuevos elementos al relato permanece toda la vida, de ahí la capacidad del ser humano de superar experiencias negativas.